Las gotas de lluvia
caen sobre mi árida tierra
e inundan con sonrisas mi mirar.
En cada gota y en cada lluvia,
en cada esquina sin sol,
Tu sonrisa se queda,
tu perfume se impregna.
El dibujo de las perlas,
con su brillo y resplandor,
son las cosas en mi mente
que me hacen continuar.
Ahora voy con la nube
que velozmente me lleva
por el camino que una vez nos vio.
Y transito entre gentes,
las calles que tus pies desnudos vieron.
Aquella repentina brisa
trae consigo el sonido de tu alegre sonrisa,
y aun después de este tiempo,
ese árbol sigue ahí,
pero ahora la madurez ha enriquecido sus frutos.
La cerca de madera también recuerda tu presencia,
con el grabado de tu nombre.
Y aquel farol,
que ilumino mi camino hacia tu boca la primera vez,
sigue en pie,
aunque desgastado se ha mantenido erguido.
Qué extraño pensar que la ciudad crece cada día
y sin embargo ésta pequeña porción ha quedado para mi.
Como si el tiempo se hubiese detenido
al pasar por cada lugar donde tu aroma se ha guardado.
cada lugar, donde se incluye mi corazón.
He comprado con pétalos de rosas blancas ese callejón,
tu alma fuerte aún lo llena.
Aquí quiero envejecer, con tu recuerdo, sin tu adiós,
a donde el tiempo nunca llega.
