Aún te sueño en medio de aquella plaza,
Con los ojos llorosos de una mirada sin luz,
Porque llevabas en brazos la melancolía
Y a cuestas la desesperanza.
Eres el único remordimiento de mi ayer,
Te has convertido la causa de mis noches de luna.
Pero la culpa no es mía, ni de la juventud que me
aprendía,
Era la libertad que me llamaba a andar vía,
A extender mis alas al puerto más lejano de la tierra.
Pero en cada barco te llevé y en cada casa me
habitaste,
Porque la lejanía no ahuyenta al amor,
Ni la inconstancia mata la esperanza.
Ay amor! qué te hizo no tomar mi mano?
En qué dirección corriste para no detenerme?
Porque a cada paso siempre miré a mi sombra
Para saber si te veía en ella.
Ahora que estamos aquí, no sostendrás mi mano?
porque yo, no quiero volver a habitar el mundo sin ti.
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